Aunque parezca increíble durante Marzo tuve contacto con J a lo largo de tres semanas casi todos los días (exceptuando los "sacrosantos" fines de semana a los que no tengo derecho) porque la encargada de la guardería se enfermó, la tuvieron que operar y estuvo en incapacidad por tres semanas!
Durante esos días a la mamá no le quedó más que confiarme a J durante varias horas al día pues ella tenía que corregir trabajos (siempre recalcando que es un esfuerzo elevadamente intelectual, etc, etc. como si nadie más en este mundo llevara a cabo trabajos de tipo académico). Recogía por lo general a J a las 3:00 PM , lo llevaba a mi casa, si el tiempo lo permitía dábamos un paseo por el Tiergarten (mi Chapultepec alemán), lo llevaba de compras, lo llevaba a los cafés, lo llevaba a conocer la vida mundana de Berlín caminando por la Avenida Kurfürstendamm, le compré una mini-sudadera de los Beatles, a veces viajábamos en coche a veces en metro y autobús, en fin, lo llevaba a conocer la vida de verdad sin dejos ecologistas o de militancia política pro-esto o anti-aquello. Logré que J se sintiera cercano a mí y que incluso me pidiera los brazos cuando me acercaba a él.
Cada noche lo regresaba a su casa a eso de las 19:00 y la mamá se quedaba asombrada de ver el buen humor con que J regresaba cada día. En realidad todos los días J se portó de maravilla, no lloraba ni hacía escándalo, dormía bien, comía de maravilla, solamente repelaba cuando le cambiaba los pa~nales, pero por lo general todo marchaba de maravilla.
La mamá se mostraba cada día muy agradecida porque me hacía cargo de J y notaba la atención especial que le dedicaba al ni~no y sobre todo las precauciones que tomaba cada vez que pasaba a recogerlo.
La mamá como alemana y lesbiana ejemplar un día tuvo que ensombrecer de forma calculada tanta dicha con un ligero comentario suelto en el aire se~nalando que desde luego no pensaba quedarse para siempre en Berlín y que algún día le gustaría ya fuera regresar a su tierra o incluso irse a otro país más cálido ("ice-woman se va a derretir" pensé!). El comentario obviamente me dejó hecho un harapo y me reiteró la situación de impotencia en que me encuentro en esta constelación. Sin embargo me quedé pensando que no se irá ma~nana y el día que se vaya ya me las arreglaré para visitar a J regularmente. No todo estará perdido.
Pero lo que me dejó con un pésimo malestar fue el carácter premeditado con que de repente escupió la mamá un comentario de ese estilo con la muy marcada intención de joderme la vida, envenenarme y hacerme ver que no tengo ningún derecho sobre J, todo envuelto en una sonrisa más que provocadora.
Después de más de 10 a~nos en este país todavía no puedo acostumbrarme a la maldita amargura, el odio y el recelo que pesa sobre los alemanes independientemente de su orientación política, religión, sexo y edad. Les gusta hacerse odiar porque ellos mismos se desprecian, no pueden vivir de otra manera, están podridos.
Sea como sea las tres semanas con J no me las puede quitar ya nadie!